jueves, 10 de septiembre de 2009

LOS JÓVENES Y EL BOTELLÓN

Durante los últimos días, está en boca de todos el botellón de las fiestas de Pozuelo y la actuación de algunos jóvenes en la que agredieron a los policías, quemaron un coche patrulla, tomaron la comisaría e incluso llegaron a sustraer a la policía una placa y una pistola.

Ante la avalancha de críticas que llegan desde todos los medios hacia los jóvenes, sus hábitos y sus costumbres, no me queda más remedio que hacer unas puntualizaciones que, estoy seguro, subscribirían la inmensa mayoría de la juventud española:

Primero. La actuación de algunos jóvenes, un número muy reducido - a los que yo llamaría energúmenos -, es de tal gravedad, que no cabe otra cosa que condenar su actuación. Los autores de estos acontecimientos deben ser condenados sin beneficio ninguno.

Segundo. Los jóvenes españoles no son, ni por asomo, como estos energúmenos. Sabemos comportarnos y disfrutar de la noche sin necesidad de armar jaleo ni enfrentarnos los unos con los otros.

Tercero. El respeto a las fuerzas y cuerpos de seguridad de Estado, está siempre presente, valorando de una forma muy positiva el trabajo realizado por ellos.

Y cuarto. Los jóvenes españoles detestan, aborrecen y condenan la violencia como medio de expresión y actuación.

El botellón no es ningún lugar donde impere la ley del más fuerte, ni un lugar en el que se conspire contra la seguridad y la tranquilidad de la ciudad. Tampoco es ningún ring de boxeo en el que haya peleas contínuas. No. Con esto no quiero decir que nunca existan problemas o altercados, está claro que siempre hay ovejas negras en el rebaño.

Con esto quiero defender a los jóvenes, entre los que me encuentro. No todos somos unos gamberros que lo único que buscan es la pelea y el jaleo. La juventud española es más inteligente de lo que quieren hacernos pensar algunos periodistas de este país.

Nacho Díaz Cela

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