lunes, 18 de enero de 2010

En el camino aprendí


En el camino aprendí,
que llegar alto no es crecer,
que mirar no siempre es ver
ni que escuchar es oír
ni lamentarse sentir
ni acostumbrarse, querer...

En el camino aprendí
que estar solo no es soledad,
que cobardía no es paz
ni ser feliz, sonreír
y que peor que mentir
es silenciar la verdad.

En el camino aprendí
que puede un sueño de amor,
abrirse como una flor
y como esa flor morir,
pero en su breve existir,
fue todo aroma y color.

En el camino aprendí,
que ignorancia no es no saber,
ignorante es ese ser
cuya arrogancia más vil,
es de bruto presumir
y no querer aprender.

En el camino aprendí
que la humildad no es sumisión,
la humildad es ese don
que se suele confundir.
No es lo mismo ser servil
que ser un buen servidor.

En el camino aprendí,
que la ternura no es doblez,
ni vulgar la sencillez
ni lo solemne verdad,
vi al poderoso mortal
y a idiotas con altivez.

En el camino aprendí
que es mala la caridad
del ser humano que da
esperando recibir,
pues no hay defecto más ruin
que presumir de bondad.

En el camino aprendí,
que en cuestión de conocer,
de razonar y saber,
es importante, entendí,
mucho más que lo que vi
lo que me queda por ver...

RAFAEL AMOR

jueves, 14 de enero de 2010

¡Atención, peligro! La Iglesia responde


Durante el Imperio Romano (Siglo I a.C.-siglo V), la sociedad comprendió la necesidad de la limpieza y la higiene personal, para mejorar la salud y evitar las enfermedades.
Los romanos entendían que, para evitar enfermedades y epidemias, necesitaban lavarse habitualmente, y para ello construyeron las termas en las que los ciudadanos del imperio acudían con frecuencia.
Igual pasó cuando el Imperio Romano se extendió a la península. Los romanos introdujeron en Hispania la cultura de la salud, de la higiene. Y para ello desarrollaron lo que se denominó baños públicos, como forma de conseguir una necesaria higiene común.

Toda esta cultura higiénica se fue al traste durante la Edad Media, entre los siglos V y XIV. En este periodo, es cuando la Iglesia empieza a coger poder. Tal es el poder que tienen, que empiezan a ser un referente social y moral.
Es aquí cuando la iglesia empieza a imponer su moral, enseñar sus pensamientos, y prohibir toda actuación que puedan considerar inmoral o contraria a los intereses eclesiásticos. La Iglesia va a enfrentar los conceptos de cuerpo y alma. Es decir, lo que es bueno para el cuerpo es malo para el alma. La higiene desaparece, y con ello aparecen las enfermedades. En este periodo se empieza a martirizar el cuerpo.
La Iglesia empieza a imponer la moral de las personas, y a dictarles cuales deben ser sus sentimientos, y cómo deben sentirse antes actuaciones que no son acordes a los pensamientos cristianos. Por ello, la higiene se pierde, puesto que al bañarse, y dar placer al cuerpo, perjudican al alma.

Dicho todo esto, hay que destacar que la Iglesia de hoy, sigue con el mismo objetivo de imponer la moral a todos los ciudadanos, y sobre todo, quieren imponer cómo deben sentirse las personas ante determinadas actuaciones.

Monseñor Munilla, actual Obispo de San Sebastián, en una entrevista en la Cadena Ser, y ante la pregunta de porqué no responden a la "sed de felicidad de un homosexual o una mujer que quiera abortar", responde que una mujer que aborta, no se va a sentir feliz después de abortar. Ella cree que va a ser feliz así, pero no lo será.

Para resumir un poco todo este texto, la Iglesia de hoy, en pleno Siglo XXI, sigue con las mismas ideas y objetivos de imponer las ideas y sentimientos, que la Iglesia de, por ejemplo, el siglo X. Un milenio después, seguimos con la misma Iglesia.

Una pena.

La entrevista dio mucho más de si, como el comentario de que hay males mayores que lo sucedido en Haití, como nuestra pobre concepción espiritual. Pero por hoy, es suficiente.

Nacho Díaz Cela

miércoles, 13 de enero de 2010

¿Existe la libertad de expresión?


Según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su artículo 19º, expresa que "todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión"
Así mismo, en la Constitución Española, Título I, Artículo 20, punto 1, apartado d), dice que "se reconocen y protegen los derechos a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión (...).

Visto esto, podemos decir sin ningún tipo de duda que en España existe, y se asegura una total libertad de expresión, siempre y cuando sea una información veraz.

No obstante, si nos centramos en la última condena al Director de la Cadena SER y al Director de los Servicios Informativos, podemos pensar que no es cumple este derecho fundamental. Y efectivamente, se produce una ligera contradicción.

Han sido condenados por informar del fraude en las afiliaciones del PP en Villaviciosa de Odón (Madrid). Una información que fue investigada, contrastada y veraz y, en consecuencia, publicada para ser recibida libremente por los ciudadanos. Tal y como consta en la Constitución de 1978.

Sin embargo, cuando una dirigente política acusa al Gobierno, y más concretamente al Ministro del Interior de realizar escuchas ilegales, en definitiva, de espiar a varios dirigentes de la oposición, sí se considera que está en su derecho de la libertad de expresión (o por lo menos, así lo creen algunos). Dicha información no fue ni contrastada, ni mucho menos veraz. Es una acusación totalmente falsa que, me atrevería a adelantar, la persona responsable de estos comentarios,no será condenada por esta mentira.

Una cosa es opinar, y otra acusar.

Llegado este punto, me hago una pregunta ¿existe la libertad de expresión? La respuesta es muy clara. SI. Pero no siempre.

Nacho Díaz Cela

miércoles, 6 de enero de 2010

Racismo en la Cabalgata

Estupefacto me quedé cuando, esta mañana, leyendo la prensa sobre las cabalgatas de la comarca de Avilés, leía varios comentarios de los lectores. Uno de ellos, aunque firmado por personas diferentes (Robin Beven y Xana), es el mismo, tanto en La Voz de Avilés como en La Voz de Asturias. Vergonzoso es tener que leer todavía estos comentarios. Aquí va el de La Voz de Avilés:
Lo de la prensa es kafkiano; todo el mundo a mi alrededor comentaba no sólo la paupérrima cabalgata, de vergüenza, y las caras de estupefacción al ver que en un país de 5 millones de españoles parados , un tercio de la cabalgata la componían gente de color. ¿Es que no hay españoles en paro? ¿Esa gente, son inmigrantes legales, ilegales? Es un insulto absoluto.
Por lo visto, todavía hay gente que le molesta ver a gente extranjera en su propia casa, en su ciudad. Si por él/ella fuera, se volvería a cambiar el rey negro por otro blanco.
Sr. Robin, el único insulto son tus comentarios racistas. Y digo lo de señor por decir algo.

Nacho Díaz Cela

Foto: Miki López. La Nueva España