jueves, 22 de octubre de 2009

Botellón, suma y sigue


En boca de todos está durante la última semana el tema del “botellón” en Avilés. Reivindicado por unos pocos, y criticado por muchos, el botellón ya es una parte de la noche festiva de la mayoría de ciudades. Y Avilés no es menos.

El parque de Cabruñana, se convierte todos los sábados en un lugar de encuentro de los jóvenes avilesinos que se reunen en pandillas para pasar la noche, charlar con los amigos, estar de juerga y sí, también para tomarse unos “cacharros”, o para los menos jóvenes, unos cubalibres. Esto es el botellón, un lugar en el que el objetivo es pasar la noche con los amigos, charlando, jugando, y sí, también bebiendo. Pero el objetivo no es, como algunos piensan, emborracharse, sino pasarlo bien tomándose unas copas, a unos precios razonables, y sabiendo lo que bebes, sin el problema del garrafón. A caso esos que lo critican tanto no bebían cuando salían de fiesta en sus épocas de jóvenes?

Cierto es que se produce bastante jaleo en los botellones, muy molestos para los vecinos de la zona, pero no es menos cierto que ubicar una zona alejada de zonas residenciales, donde las molestias vecinales disminuyan o se eliminen, solucionaría el primer problema.
El segundo problema, y no por eso menos importante, es el consumo de alcohol por jóvenes menores, no de 18 años, sino de 16 años. Según estudios actuales, el consumo de alcohol por menores produce problemas neurológicos irreversibles. Es posible que sea necesario aumentar la edad mínima para el consumo de alcohol como manifestaba el señor Cueli pero, siendo sinceros con nosotros mismos ¿realmente sería eficaz esta medida?

A parte de campañas de sensibilización y educación hacia los jóvenes para evitar el consumo excesivo de alcohol, como reclaman las Juventudes Socialistas, también es necesario habilitar una zona en la que los jóvenes se diviertan, charlen, y disfruten de la noche tomándose unos cacharros con los amigos y que ningún menor pueda acceder a este recinto. Sí, estoy hablando del “botellódromo”. Pero hay que aclarar una cosa. El llamado botellódromo no tiene más que dos objetivos principales, debe ser un lugar en el que se resuelvan los problemas anteriores. Primero, alejar el jaleo de las zonas vecinales. Y segundo, evitar que este lugar accedan menores. Esa es la esencia del botellódromo, resolver el problema del ruido y evitar el botellón de los menores. No veo nada malo en el planteamiento del señor Sanzo, Sº General de las JJ. Socialistas. Un lugar de divertimiento entre jóvenes – mayores de edad –, nada diferente a salir de fiesta por los bares, salvo por el precio y la calidad de las consumiciones. O, ¿también nos tenemos que plantear la prohibición de los bares y la venta de alcohol?

Nacho Díaz Cela

1 comentario:

Daniel dijo...

Nacho, la cosa suena a puro maquillaje y buen rollito. No lo tengo nada claro.